Hola amigos, yo soy CHTO
TRILLO su agente de viajes de TURIPAZ que ahora quiero ofrecerle un viaja desde
México hasta Madrid, para volar de ahí a Santander, en la costa Cantábrica,
lugar donde dejaremos el aeropuerto, para tomar el autobús y dirigirnos a Torre
la Vega por la carretera A-67.
En esta ciudad nos
hospedaremos en el hotel Márquez de Santillana para pasar la noche. Al día
siguiente rentaremos un autobús para que nos lleve a la cueva de Palmira, el
viaje dura cerca de veinte minutos.
¿Qué observaremos dentro de
esta cueva?
La cueva
de Altamira es una cavidad natural en la roca en la que se
conserva uno de los ciclos pictóricos y artísticos más importantes de la Prehistoria.
Desde su descubrimiento por un cazador
en 1868 y su posterior estudio por Marcelino Sanz de Sautuola ha sido excavada y estudiada por los
principales prehistoriadores de cada una de las épocas una vez que fue admitida
su pertenencia al Paleolítico.
Las pinturas y
grabados de la cueva
pertenecen a los períodos Magdaleniense y Solutrense principalmente y, algunos otros, al Gravetiense y al comienzo del Auriñaciense,
esto último según pruebas utilizando series de uranio. De esta forma se puede
asegurar que la cueva fue utilizada durante varios periodos, sumando
22 000 años de ocupación, desde hace unos 35 600 hasta hace
13 000 años, cuando la entrada principal de la cueva quedó sellada por un
derrumbe, todos dentro del Paleolítico superior.
El estilo de gran parte de sus obras
se enmarca en la denominada «escuela franco-cantábrica», caracterizada
por el realismo de las figuras representadas. Contiene pinturas polícromas,
grabados, pinturas negras, rojas y ocres que representan animales, figuras antropomorfas,
dibujos abstractos y no figurativos.
En cuanto a su techo de los polícromos
ha recibido calificativos como «Capilla
Sixtina» del arte rupestre; «...la manifestación más
extraordinaria de este arte paleolítico...», «... la primera cueva decorada que
se descubrió y que continua siendo la más espléndida» y «...si la pintura rupestre paleolítica
es el ejemplo de una gran capacidad artística, la cueva de Altamira representa
su obra más sobresaliente» nos
indican la gran calidad y belleza del trabajo del hombre magdaleniense en este
recinto.
Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985. En el año 2008 se hizo una extensión
de la nominación a otras 17 cuevas del País Vasco, Asturias y
la propia Cantabria, pasándose a llamar el conjunto «Cueva de Altamira
y arte rupestre paleolítico del norte de España».
La cueva de
Altamira fue descubierta en 1868 por
un cazador llamado Modesto Cubillas, quien encontró la entrada al intentar liberar a
su perro, que estaba atrapado entre las grietas de unas rocas por perseguir a
una presa. En aquel
momento, la noticia del descubrimiento de una cueva no tuvo la menor
transcendencia entre el vecindario de la zona, ya que es un terreno kárstico, caracterizado por poseer ya miles de grutas, por lo que el
descubrimiento de una más no supuso ninguna novedad.
Marcelino Sanz de Sautuola,
«mero aficionado» en paleontología, debió
conocer la existencia de la cueva directamente por boca del mismo Cubillas,
aparcero en su finca; no obstante, no la visitó hasta al menos 1875, y muy probablemente en 1876. La recorrió en su totalidad y
reconoció algunos signos abstractos, como rayas negras repetidas, a las que no
dio ninguna importancia por no considerarlas obra humana. Cuatro años después,
en el verano de 1879, volvió Sautuola por segunda vez a Altamira. En esta
ocasión, acompañado por su hija María Faustina Sanz Rivarola, de alrededor de 8
años. Tenía interés en excavar la entrada de la cueva con el objetivo de encontrar
algunos restos de huesos y sílex, como los objetos que había visto en la Exposición Universal de París en 1878
El descubrimiento lo realizó, en
realidad, la niña.
Mientras su padre permanecía en la boca de la gruta, ella se
adentró hasta llegar a una sala lateral. Allí vio unas pinturas en el techo y
corrió a decírselo a su padre. Sautuola quedó sorprendido al contemplar el
grandioso conjunto de pinturas de aquellos extraños animales que cubrían la
casi totalidad de la bóveda.
Al año siguiente, 1880, Sautuola publicó un
breve opúsculo titulado Breves apuntes sobre algunos objetos
prehistóricos de la provincia de Santander. En él sostenía el origen prehistórico de las pinturas e incluía una
reproducción gráfica. Expuso su tesis al catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, Juan Vilanova,
que la adoptó como propia. Pese a todo, la opinión de Sautuola no fue aceptada
por los franceses Cartailhac, Mortillet y Harlé, los científicos más
expertos en estudios prehistóricos y paleontológicos en Europa.
Las pinturas de Altamira fueron el
primer conjunto pictórico prehistórico de gran extensión conocido en el momento, pero tal descubrimiento determinó que
el estudio de la cueva y su reconocimiento levantara toda una
polémica respecto a los planteamientos aceptados en la ciencia prehistórica del
momento. La novedad del
descubrimiento era tan sorprendente que provocó la lógica desconfianza de los
estudiosos. Se llegó a sugerir que el propio Sautuola debió pintarlas entre las
dos visitas que realizó a la caverna, negando
así su origen paleolítico, o incluso atribuyendo la obra a un pintor francés
que había sido alojado en casa del guía de la cueva, aunque la mayor parte de los expertos
franceses consideraban a Sautuola como uno de los engañados. El realismo de sus escenas provocó, al
principio, un debate en torno a su autenticidad. El evolucionismo, aplicado a la cultura humana,
conducía a deducir que tribus antiguas y salvajes no debían disponer de arte y
que desde entonces hasta la actualidad habría habido un continuo de progreso.
Por lógica si el arte
es símbolo de civilización debería haber aparecido en las últimas etapas
humanas y no en pueblos salvajes de la Edad de Piedra. Su reconocimiento como
una obra artística realizada por hombres del Paleolítico supuso un largo proceso en el que,
también, se fueron definiendo los estudios sobre la Prehistoria.
Ya por la tarde regresaremos a Torre
la Vega y disfrutaremos unos días en Santander. Su agente de viajes: CHITO
TRILLO.
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